Podría llegar a tu casa recogiendo, calcetín a calcetín, todos los que voy perdiendo camino de Granada.
Y la primavera, la luna, cómo suena tu risa y un Tsunami. El día que se nos quedó pequeña tu cafetera grande y engañar a los vecinos con la con la ropa puesta encima del pijama.
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ResponderEliminar¿de vuelta? ¿o es la primavera que la sangre altera?
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