jueves, 2 de abril de 2009

Llega sin avisar y como el que no quiere la cosa. Viene, cómo no, a revolucionarnos. Es así de chula la primavera. Y hacía ya bastante que no os contaba nada, que no me sentaba tranquilamente a escribir un ratillo. A escribir no, a contar, porque no os escribo: os cuento.
Os cuento que a mí, por ejemplo, me gusta escribir sola. Las miradas. Me imagino cómo me ven mientras escribo. Concentrada, apretando los labios con fuerza, como si por más que los apretara estuviera diciéndolo más alto. Y es que a veces, escribir es el único recurso para escucharse. Por eso, me gusta escribir sola. Porque estoy c-o-n-t-a-n-d-o mis cosas. Me las estoy contando.
Ya me estoy dispersando... os hablaba de la primavera. Me gusta la primavera, soy un bicho raro que se activa con el sol y los colores. No sé, es como un despertar, unas ganas locas de comerse el mundo. De disfrutar. Playa o montaña, da lo mismo mientras sea buena la compañía.

Me viene al pelo a mí la primavera. Ahora que empezaba a preocuparme por todo excesivamente y saturarme de mil millones de cosas. Y es que por qué no decirlo, me llega también un poco la pachorra. No es que empiece a dejar las responsabilidades a un lado pero si a simplificarlas, a reducir las preocupaciones a la mínima expresión.

A ver quién es la valiente que me aguanta en Junio... 

Pillen terraza al sol
Pachorra
Cevecita fresca y 
Sean felices, corazones

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