jueves, 30 de septiembre de 2010

Introspección o sueño con 5 palabras.

Abrazar con las manos la taza, reposar la mirada en el vapor efímero que la abandona. Cerrar los ojos e irse con él. Fundirse en él y escapar del antojo del racionalismo emocional. Ser uno y extenderse hasta que el propio cuerpo no sostenga la posibilidad de ser continente de si mismo. Crecer. Ocupar el espacio que rodea la sala, porque los sentimientos aúnan en sí propiedades del estado gaseoso, la de amoldarse a la habitación y la vida que los contienen y otras menos importantes: seremos tanto como queramos. Seremos en la medida que queramos ser.

Y caerá la noche tenue y oscura, sentiremos el peso del cielo sobre la cabeza empujándonos más y más hacia el suelo. Y cuando estemos llenos de vida o a rebosar de sensaciones, tendremos la sensación al cerrar los ojos con fuerza, de abrir vetas en la piel por las que nos disparemos a nosotros como una bala. Haríamos una guerra preciosa o el amor sin tocarnos.

Y seremos de nuevo otros distintos a los de ayer, ahora pequeños, canijos, rotos… más vividos. Y se oxidarán los huesos y la fricción de la vida hará hendiduras en las articulaciones. Dilatarse y contraerse al ritmo de las emociones. Bypass de un uso. Tambalearemos la sinergia del cuerpo: la mente a un lado, el cuerpo al otro y el corazón en la mano. Axioma de vida. Sueño.

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