sábado, 10 de julio de 2010

Hirundo Rústica es la golondrina común



Como para la mayoría de las cosas, hay una explicación empírica para la sucesión de las estaciones. Hay una ecuación, un número, una tautología... que lo demuestra. Me gustaría ser un poco más fenológica... olvidar los calendarios y las tablas de verdad y aprender a ver únicamente el paso de las mismas en la naturaleza, en las flores, en los sentimientos y en la cara de las personas. Quizás así, no vuelva a pedir fresas a la frutera fuera de temporada:

"Hace un mes y medio que no tengo, no estamos en temporada".
Y contestarle:
"¡Venga ya!... ¡mira qué sonrisa! no me engañes, si se te ve en la cara".

Así, y dejar de lado los equinocios, los solsticios... no darle importancia al día que marca el calendario o si encima del jerolo de Minerva Piquero hay un sol o una nube amenazando tempestades. Que sean sólo tempestades las que amenazan luego tregua encima de tu cama.

Hiparco de Nicea supo dilucidar la conveniencia entre seguir un año trópico o un año sideral, justificando una diferencia de 1 hora, 6 minutos y 15 segundos entre ambos y basándose en la armonicidad de las estaciones... pero no tenía ni puta zorra idea de la vida. ¡Si no pueden ser armónicas!, y ésto lo tengo yo comprobado... que te he tenido encima a cuatro estaciones de distancia y me daba igual que fuera la una, que las dos, que las tres, que las siete de la mañana... yo creo que Hiparco, centrado en empecinado en colocar estrellas en el cielo, nunca pudo comprobarlo.

Cuatro estaciones. Y te prometo que le doy importancia cero, a si el sol se ha proyectado en primavera por Aries o por Piscis... a mi lo que me gusta, es que se cuele por la persiana y se proyecte sólo en tu cara. Me trae sin cuidado la precesión de los equionocios porque te voy a dejar dormir todo el tiempo que te de la gana. Y mirarte mucho a los ojos... encontrar-te las estrellas que perdieron el rumbo en tu mirada en su ascensión recta al cielo. Como yo que me perdí. Y declinarlas al gusto. Y devolverlas una a una al cielo. Al cielo o a dónde les de la gana. Y a ti. O volver a esconderlas debajo de la cama para tener excusa para mañana.


1 comentario:

  1. El tiempo es solo un artificio del hombre, algo que nos habla del cambio. Pero cuando has sentido que toda una noche se esfuma en un segundo, que un instante de dolor se hace eterno, que aquello que se juro eterno...y lo fue, se desvanece como la nieve en primavera, entonces, entonces comprendes algo más de la vida. Que ni el cambio "cambia" tanto, ni las estaciones se repiten, ni las estrellas brillan siempre.Una entrada preciosa capitana, preciosa.

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