lunes, 5 de julio de 2010

Italia, 1972. Bernardo Bertolucci

Y hoy no se si regresé al bar o soñé que había regresado.O si nunca existió tal noche o no debería haber existido: ni tú, ni la noche, ni mi patizambismo para sortear copazos sobre la barra. Es lo que tiene 1972, que me pilla lejos y nosotros, que somos demasiado jóvenes. Tampoco se italiano. Ni bailar tango. Ni tu nombre. Ni me reconozco en este atrevimiento mío. Disculpa por no saber tu nombre, ¿eso ya te lo dije?. El alcohol se usa para olvidar y tampoco he tenido tiempo a memorizar el tuyo. Disculpa de nuevo. ¿te llamabas...?



- Escucha,... quiero que nos miremos uno al otro...
- Si.
- Es bonito no saber nada el uno del otro.
- Si.
- Tú no tienes nombre y yo tampoco tengo nombre. No hay nombres. Aquí no tenemos nombre.
- ¿Estás loco?.
- Es posible que lo esté pero no quiero saber nada de ti. No quiero saber dónde vives, ni de dónde eres. No quiero saber absolutamente nada de nada. ¿Me has comprendido?
- Me asustas.
- Nada. Tú y yo nos encontraremos aquí sin saber nada de lo que nos ocurra fuera, ¿de acuerdo?.
- Pero, ¿por qué?.
- Pues porque…aquí no hace falta saber nombre, no es necesario. ¿No lo comprendes? Venimos a olvidar, a olvidar todas las cosas, absolutamente todas. Olvidaremos a las personas, lo que sabemos, todo lo que hemos hecho. Vamos a olvidar dónde vivimos, olvidarlo todo.
- Yo no podré, ¿tú si?
- No lo se.
- ¿Tienes miedo?
- No.

"Last tango in Paris"

No hay comentarios:

Publicar un comentario