lunes, 27 de septiembre de 2010

At home, at ti

No sería de este planeta volver a casa y no sentirse inusitada... como tampoco lo sería sentarse en la Basílica de Nothre Dame de Québec y no sentirse reflejada, plasmada y desnuda ante los vidrios coloreados de las bóvedas, las cúpulas y los techos. Tras ello, era predecible mi capricho de abrir las esclusas del canal Rideau, que retienen y previenen el embalamiento de las aguas sobre el rio Ottawa... una gran "llanura abisal" cristalina. No hubiera sido demasiada buena idea hacerlo; aún así, he vuelto sin exclusas y mis aguas fluyen bravas y sin retenciones. En la turbulencia que llevo adentro, me planteo si realmente el flujo laminar es de cobardes. O si lo valiente, de veras, es retenerla. Y aunque el río suene y el ruido aturda, siempre se puede hacer silencio de una y enamorarse del sonido de Montreal, o lo que viene a ser lo mismo por el principio de identidad, = a disfrutar de un concierto en la Maisson du Jazz.
En Kingston me acordé de ti, como en otros muchos momentos del viaje. Te eché de menos al visitar las Thousand Islands, por aquello de lo de tus mil vidas. Y encima hoy es tu cumpleaños, será un año de cambios para ti, pero nada que ver con 1835, el año de tu tercera teta.
Las cataratas de Montmoncery fueron sólo el aviso de la belleza de las del Niágara. Aunque peor emplazadas y con menos altura y caudal me enamoré de lo virgen del paisaje. Nada que ver con la influencia yanki y el horroroso walking around de las otras. Y la culpa de todo, al final, de Pepe Botella... eso se aprende con las guías de viaje baratas de Anaya. Y hablando de Botella... ¿quién dijo que en Toronto no se salía de fiesta? A vosotros os eché de menos en esa tesitura.


Me embaucó del todo el concierto con preaviso en el Drake Hotel. Era una de las pocas cosas que iba preparada before de trip y una de las muchas que me dejó sin palabras. Como tu buen humor y lo que te gusta hacer el payaso, sardinilla. Y de los miedos, las fobias y las barreras ya ni hablamos. También, Nueva York era demasiado grande y yo demasiado reacia a ella, pero no como para perderme en sus calles contigo, o para no rascarme la coraza y dejarte entrar, without de ligther, aunque te pongas mala leche porque nunca llevo fuego encima. Y al salir del bullicio de NY city y ver la ciudad caótica e inestable dormir estática y tranquila, volverse serena, llenarse de calma. Una de las imágenes de las de sostener en la retina.
Vuelvo a ser aborigen de mi casa, de mi vida y la rutina, pues lo cierto es que llegar a casa no es lo mismo que sentirse en casa... me siento en casa. Quizás ayude la botellita de vino y la mariscada de bienvenida que en absoluto me esperaba, con una tortilla de patata, mamá, hubiera sido demasiado. Y no tengo jet lag, haber dormido mucho hoy es la excusa para descontar las horas para el reencuentro contigo. Y volver a oirte "¿no?", aunque sea desde el Sur del Sur. Seguro que al igual que yo, has pensado en estirar el brazo derecho para traerte a Asturias, de la mano, a mi hermana.








2 comentarios:

  1. quiero conocerlo todo, foto a foto, anecdota a anecdota, relato tras relato... pronto¿no?

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  2. Pues pensaba hacer comida en casa, si quedo sola el domingo de este fin de semana para poder enseñar fotos tranquilamente. Vas cansate de ver fotos!!!!!
    De todos modos, espero verte antes!

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