viernes, 22 de octubre de 2010

Lo abismal de la muerte no significa forzosamente la indigencia de la vida.

"Cachai" nace en Santiago de Chile, en uno de sus barrios pobres, cerrando deseos en cajas de madera claveteadas por los cuatro costados. Dramático ejemplo de cómo se relacionan necesidades y creación. Sobrevivir creando. Una experiencia dura y un placer vital. El triunfo de ese compromiso con el "estar en el mundo" por parte del actor Adán Rodríguez y mío es sin duda "ese contar el mundo" llamado "Cachai".

Pepe de Jiménez

Puede parecernos lejano 1973, ya incluso semi-historia, algo formando parte del pasado pese a que alguna vez los medios de televisión, nos recuerdan qué ocurrió entonces o nos aviva la memoria, en algunos casos... eso cuando no nos enseñan las carantoñas de Rubalcaba a la Pajín (hoy en portada: http://www.elpais.com/)  y viceversa; es decir, las Pajinadas: "nuestras Pajinadas" porque son de todos los españoles como Mercedes Milá.

Decía, Cachai está ambientada en el Golpe de estado que derrocó a Allende, allá en el 73, allá cuando Pinochet...
Con toda la controversia del tema y lo fácil que hubiera sido para el guionista meterse demasiado en temática puramente política, consigue despegarse la harina de las manos y hacer un viaje a la sociedad de entonces. A la realidad más miserable. A la muerte. A la indigencia. Al resurgir de las cenizas. A otra manera de entender, de cachai, la vida cuando no queda absolutamente nada. A buscar posibilidades donde realmente no hay, y encontrarlas.

Cachai no te deja indiferente. Cachai no es una crítica política, no es oportunista. Ni tampoco es completamente explícita, tiene miga. Todo está implícito pero nada pasa desapercibido. Cachai emociona, alienta y anima.


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